Resiliencia que no resilencia.

La palabra resiliencia proviene del latín resiliens, resilio, resilire y significa rebotar, es decir volver al principio. Es lo mismo que la palabra elasticidad que es la capacidad de recuperación de un material que sufre una fuerza exterior deformándolo y una vez que cesa esa fuerza, vuelve a su estado original. Fue en los años 60 cuando se utilizó el término resiliente para definir a las personas y las situaciones que cambian su estado y vuelven al estado de inicio.
 
La resiliencia no es igual en todas las personas porque no todo el mundo es capaz de sobreponerse de la misma forma a situaciones límites. Ante circunstancias inesperadas o momentos adversos, también llamados -quiebres-, las personas podemos ser protagonistas, gestionando nuestras emociones y sentimientos, siendo resilientes; o ser/sentirnos víctimas y no hacer nada por cambiar esas situaciones no esperadas que nos inmovilizan. 
Elasticidad versus resiliencia

Podemos decir que la resiliencia es la capacidad que tienen las personas de gestionar sus emociones, sentimientos y estrés ante una adversidad para adaptarse a las nuevas situaciones y ser capaces de volver a la situación inicial. Al igual que una goma elástica es capaz de volver a su estado inicial después de que se ejerza una fuerza para deshacer su forma original.
Este proceso -de ida y vuelta en las personas- es el aprendizaje que nos permitirá evaluar la situación, aprendiendo a crecer como personas, a autocontrolarnos, a ser positivos, a tener autoconfianza, a no tener miedo de enfrentarnos a los problemas, a sobreponernos, ..., fortaleciendo actitudes y habilidades. En definitiva, a ser resistentes.